Habla, Lenguaje y Aprendizaje

Aprender a escuchar

Algunos niños en edad escolar que tienen umbrales auditivos dentro de la normalidad pueden parecer que tienen alguna dificultad para escuchar. Son descritos por sus profesores y padres como niños distraídos que no se concentran en la información que se les da cuando se les habla, tienen dificultades siguiendo instrucciones orales, pueden tener problemas de comprensión del lenguaje, problemas de articulación o ser poco expresivos cuando hablan.  Una porción significativa de estos niños son el resultado de un déficit de procesamiento auditivo: dificultad para procesar la información auditiva a pesar de tener unos umbrales auditivos normales (Jerger y Musiek, 2000).

El cerebro tiene que aprender a crear una huella estable y este proceso empieza desde antes de nacer, cuando el feto es expuesto a la voz materna a través de la vía ósea sensibilizándole al sonido de su voz. Poco a poco el bebé aprende los sonidos típicos de su lenguaje materno y la entonación y frecuencias que lo dominan. Se sabe que a los 6 meses de vida el bebé ya discrimina entre los sonidos propios de su idioma y deja de prestar atención a los que no lo conforman. A partir de que un niño puede empezar a identificar sonidos puede empezar a tratar de imitarlos creando un bucle fonoarticulatorio donde cada intento queda registrado y mediante nuestra capacidad de escucha podemos irnos aproximando al modelo que tenemos guardado.

Cada posición de la boca para producir sonidos varía el sonido que propulsa en forma de ondas sonoras y el oído tiene que reconocer las sutiles diferencias entre un sonido y otro, que son variaciones en las frecuencias que suenan y el modo en que suenan. El sistema tiene que reconocer cuando un sonido sale rozando partes de la boca como la “s” o la” f”, o produciendo un silencio y luego una explosión como la “p” o la “k”, si el aire sale por la boca como en una vocal o por la nariz como en la “m” o la “n”, a eso se le llama el MODO de articulación. Eso conjugado con la zona de la boca donde principalmente se produce el sonido nos ayuda a diferenciar unos sonidos de otros produciendo de manera instintiva la discriminación fonética del lenguaje.

Escuchar es mucho más que oír. Implica captar los sonidos y procesarlos hasta crear una huella estable de información en nuestra mente que deje un rastro suficientemente fuerte como para poder retenerlo y compararlo con la información de la que ya disponemos. Es en ese momento cuando creamos un puente de significado entre lo que oímos y nuestro mundo interior, y es cuando podemos llegar a decir que hemos comprendido lo que nos han dicho, puesto que podemos interpretarlo y relacionarlo con lo que ya sabemos, ampliando nuestro mundo.

Este proceso de fijación de la información posibilita que podamos acceder de nuevo a estos conceptos y plasmarlos en ideas o palabras coherentes, por lo que una buena comprensión del lenguaje es necesario para poder llegar a una buena producción.

Debido a todo esto y a muchos otros procesos implicados podemos decir que un buen proceso de escucha es responsable de la realización de muchas tareas cotidianas a las que normalmente no damos importancia:

  • Atender a lo que te dicen con o sin ruido de fondo
  • Entender los chistes.
  • Crear mensajes fluidos y expresivos
  • Cantar afinando.
  • Aprender a hablar.
  • Llevar el ritmo de una melodía.
  • Relacionarse con amigos.
  • Comprender una explicación.
  • Hacer una narración coherente.

DISLEXIA

La dislexia es una alteración que influye en el proceso de aprendizaje de la lectura y, por consiguiente, también de la escritura, ya que depende de ella. Leer mas ….

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